¿Puede la física cuántica explicar las experiencias cercanas a la muerte?
El cardiólogo Pim Vam Lommel analiza y
especula sobre este extraño fenómeno en su libro “Conciencia más allá de la
vida”
La teoría de Kuhn sobre las revoluciones científicas
contempla la aparición de las llamadas “anomalías científicas”. Así parece que
habría que calificar hoy las llamadas “Experiencias Cercanas a la Muerte”
(ECM), sobre las que se ocupa el cardiólogo holandés Pim Vam Lommel en su libro
“Conciencia más allá de la vida”. Durante 25 años, Vam Lommel ha investigado
este tipo de experiencias en pacientes recuperados tras un estado de muerte
clínica, y a ellas trata el investigador de dar explicación desde la física
cuántica. Por Gonzalo Haya.
El
cardiólogo Pim Van Lommel trata de dar una explicación a las ECM desde la
física cuántica, en su libro “Conciencia más allá de la vida”. Fuente:
pimvanlommel.nl.
Durante
muchos siglos se pensó que sólo existían los objetos físicos que había descrito
la mecánica clásica. Ese mundo clásico estaba regido por la diferenciación de
los objetos, su ubicación delimitada en el espacio-tiempo, y el determinismo.
Con el nacimiento de
la mecánica cuántica se descubrió la existencia de una realidad profunda de la
materia donde regían una serie de incuestionables fenómenos extraños. El mundo
psíquico estaba lleno de fenómenos extraños. La conciencia animal y humana es
sin duda un fenómeno real, pero extraño.
Para
los creyentes, la existencia de Dios como conciencia que llena el fondo del
universo es también algo extraño. Existen evidencias de otros muchos otros
fenómenos psíquicos extraños que no pueden negarse como tales, pero ante los
que la ciencia puede callar (anomalías) o puede intentar emprender una
explicación. Pueden aventurarse, como hace Pim Vam Lommel en su
libro “Conciencia más allá de la vida” (Atlanta,
2012), explicaciones posibles, aunque arriesgadas, pero que, en el fondo, nos
hacen caer en la cuenta del enorme misterio de la realidad que todavía está más
allá de cuanto la ciencia puede decirnos.
Pim
Van Lommel ha estudiado las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) en
la bibliografía actual (75 páginas de notas bibliográficas), en los estudios
retrospectivos y en los estudios prospectivos iniciados a pie de cama con todo
el protocolo científico.
Reconoce que el
título de ECM, que se le ha dado a estas experiencias, no es exacto, porque se
presentan las mismas características en otras situaciones en que no se corre
peligro, como en experiencias religiosas.
Él mismo habla en
algún momento de “experiencias extracorpóreas”, pero prefiere considerarlas
“experiencia de Consciencia no local o infinita”, y las considera algo
“bastante común”. Consciente de la novedad de su explicación reconoce: “No
espero que las nuevas ideas encuentren aceptación inmediata, pero deben ser
cuando menos examinadas más de cerca”.
Datos experimentales de las ECM
Algunos pacientes que
han sido reanimados después de una muerte cerebral (muerte clínica y legal,
encefalograma plano, sin actividad electromagnética ni riego sanguíneo durante
más de diez minutos) han contado experiencias que responden a un patrón común,
y que resultan inexplicables con el paradigma materialista.
Estas experiencias
narran visiones de cosas acaecidas durante su muerte clínica, incluso fuera de
la habitación o del quirófano, y es imposible que el paciente pudiera haberlas
percibido aun estando consciente.
Un ciego de
nacimiento tuvo una experiencia de visión de luces y de personas a las que
reconoce. Una mujer conoce a su padre biológico del que nunca le habían hablado
y ve allí a otra persona que había muerto mientras que ella estaba en coma.
Otros no sólo tienen una instantánea panorámica de su vida sino que tienen una
prognosis de su futuro, que luego se confirma.
También se producen
experiencias semejantes en estado normal. Es bastante común ver a personas que
están a gran distancia, o ver a un familiar o amigo poco después de su muerte;
sobre estos fenómenos existen datos estadísticos, denominados “experiencias
perimorten o postmortem”. Una mujer vio con uniforme militar a un antiguo amigo
sacerdote que le comunicó que había muerto. Después supo que murió como
capellán militar. Este tipo de experiencias han sido recogidas por diversas
culturas (capítulo V), aunque han sido desestimadas porque no pudieron ser
registradas con nuestro aparato científico actual.
Como consecuencia de
una ECM, el autor señala una sensibilidad intuitiva agudizada, mayor capacidad
de empatía, visión remota, genialidad, influjo de la mente sobre la materia
(perturbación no local, psicoquinesia, teleportación), y sueños premonitorios.
Explicación reduccionista del paradigma materialista
La medicina actual
mantiene que la Consciencia es una actividad del cerebro. Van Lommel se plantea
cómo puede darse una Consciencia –incluso más lúcida que la Consciencia
habitual- en una situación de total inactividad cerebral. Considera que las
experiencias constatadas son inexplicables con el paradigma materialista, pero
que la medicina actual lo acepta como un dogma inapelable.
El autor dedica los
capítulos centrales de su estudio a analizar el funcionamiento del cerebro y
los protocolos seguidos en las investigaciones de las ECM. Rechaza, en base a
experiencias comprobadas, la principal objeción que atribuye estas visiones a
la falta de oxígeno en el cerebro.
Tampoco se trata de
meras alucinaciones, porque puede comprobarse su adecuación con la situación
real que describen y porque provocan un cambio permanente en el sujeto en el
sentido de empatía, comprensión y amor incondicional a los demás. Aumentan el
sentimiento religioso (la espiritualidad) pero disminuyen el interés por la
religión institucionalizada. A consecuencia de una ECM, algunos descubren que
tienen poderes curativos.
En el capítulo XI el
autor enumera y expone ampliamente las diversas explicaciones de las ECM según
los modelos materialistas o los modelos inmateriales. Constata que, aunque
expertos en diversas especialidades de medicina o de física superan las
explicaciones materialistas, “en el ambiente académico se considera que hay una
explicación materialista para todo. Algunos científicos no creen en las
preguntas sin respuestas”, y el autor termina definiendo su posición: “Yo me
inclino firmemente por el panprotopsiquismo”.
Lo
que nos aporta la física cuántica
La explicación presentada
por el autor se basa en los estudios cada vez más avanzados de la física
cuántica. Nos resulta difícil cambiar la visión del mundo que nos ha inculcado
la física clásica, según la cual la realidad percibida en el mundo físico
equivale a la realidad objetiva, las cosas se mueven de maneras predecibles
dentro de un espacio vacío, y la interacción entre ellas tiene que producirse
por un contacto directo.
Los
principios de la física cuántica trastocan esta visión del mundo. La esencia de
la física cuántica es el principio de
incertidumbre. Predice posibilidades, no certezas.
La teoría implica que
todos los sistemas materiales (partículas subatómicas, electrones…) tienen
entre sus propiedades dos características opuestas, pueden manifestarse como
ondas o como partículas. Sucede algo semejante a la información emitida por la
radio o la televisión. Los objetos no están aquí o allí, están como ondas en
todo el espacio (no están en un sitio concreto) y sólo son localizados en un
punto –y su función de onda se ‘colapsa’ en un estado de partícula– cuando el
receptor, un observador (el cerebro), los hace presentes.
Antes de ser
observada, sólo podemos calcular la probabilidad de que la partícula se
encuentre en un punto dado y no podemos saber dónde terminará en realidad
(Principio de incertidumbre y ondas de probabilidad). La Consciencia determina
de qué modo experimentamos la realidad.
Si
tomamos un átomo y lo dividimos en dos, cada parte será homóloga de la anterior
y decimos que están “entrelazadas” porque
en algún momento pasado han estado en contacto. Si separamos estas partes y
actuamos sobre una de ellas, la otra responde instantáneamente de la misma
manera.
Por
ejemplo si se cambia el sentido de giro de un electrón en una de las partes,
cambia de la misma manera el sentido de giro del electrón de la otra parte.
Cualquiera que sea la distancia a la que se separen, unos metros o cientos de
kilómetros, se cumple el principio de no-localidad (no
localización) o acción a distancia.
También se han
realizado experimentos aislando en jaulas de Faraday a dos personas, que han
estado previamente vinculadas entre sí; al estimular aleatoriamente a uno de
los sujetos aislados, se produjeron los mismos efectos en el otro.
Se han documentado
pruebas de la resistencia a ciertos antibióticos por parte de variedades de
bacterias alojadas en animales que viven en estado salvaje en áreas
extremadamente remotas, lo que descarta cualquier contacto con el antibiótico
en cuestión. Lo único que podemos suponer es la transmisión de la información a
través del espacio no local.
Tenemos pruebas de
comunicación instantánea y no local entre la conciencia de un sujeto y sus
glóbulos blancos aislados en un medio de cultivo a una distancia considerable
en jaula de Faraday (Experiencias de Backster). En algunos transplantes de
corazón se ha comprobado que el sujeto receptor puede sentir retazos de
sentimientos e ideas propias del donante, porque ese corazón tiene el ADN
específico del donante (“memoria transplantada”).
Más aún, se han
realizado experimentos en los que un objeto, o un insecto vivo, encerrado en un
recipiente de vidrio ha desaparecido sin romper el recipiente y ha sido
“teletransportado” a otro lugar; es decir, su función de onda no se materializó
ya (no se “colapsó”) en ese recipiente sino en otro lugar. Estos fenómenos constan
en el informe de la Fuerza Aérea Norteamericana “Teleportation Physics Study”.
Para todo esto es necesario un potente receptor-transmisor de esas ondas.
Durante la guerra
fría, la CIA financió una investigación sobre la “visión remota” para obtener datos
sobre Rusia. Estas experiencias se han confirmado incluso en sujetos aislados
en una jaula de Faraday o en un submarino a 170 metros de profundidad. El
“Instituto para la Investigación de Anomalías de Ingeniería de Princeton” ha
estimado que la posibilidad de que los resultados de la visión remota fueran
mera coincidencia es de una entre mil millones. Algunas visiones han anticipado
el descubrimiento de un anillo alrededor de Júpiter o han orientado posteriores
descubrimientos arqueológicos. En esta línea habría que entender también la
inspiración genial de los artistas y de los inventores.
Aplicación de la física cuántica a la ECM. Explicación del autor
¿Cómo se explica la
consciencia durante una ECM? Para Vam Lommel la Consciencia no es producida por
el cerebro. “La Consciencia no puede localizarse en ningún lugar, ni siquiera
en el cerebro. Es no local (es decir, está en todas partes) en forma de ondas
de probabilidad. Por esta razón no puede ser demostrada ni mensurada en el
mundo físico”.
El autor sostiene que
nuestra Consciencia es una parte de la Consciencia universal no local; una
parte en la que, como sucede en las holografías, se encuentra el todo. “Nuestro
cerebro funciona como interfaz” entre nuestra Consciencia individual y la
Consciencia universal no local; envía y recibe información.
“La Consciencia en
vigilia” funciona como corpúsculo de la Consciencia no local (que funciona como
onda). En las ECM, cuando el cerebro queda inactivo, se desbloquea el
interruptor de entrada y permite el paso de un estado superior de “Consciencia
expandida, que atesora tanto información personal como universal”. El cerebro
se comportaría como un receptor y como un transmisor de televisión; no produce
la imagen sino que la recibe o la emite.
“Cuando el cuerpo muere,
la Consciencia no puede seguir comportándose como una partícula… por tanto
existirá para siempre en forma de funciones de onda en el espacio no local”.
Profundizando más, el
autor se pregunta por el origen de esa Consciencia no local. “La esencia o fundamento
de la Consciencia (protoConsciencia) probablemente descansa en el vacío o
plenitud del universo, desde donde tiene una conexión no local con la
Consciencia en el espacio no local (panprotopsiquismo)”.
Y
reseña tres modelos (complementarios) que se han propuesto para explicar el
interfaz entre la Consciencia no local y el cerebro; él se decanta por la
transferencia de información recíproca mediante la coherencia cuántica del
espín con la posible intervención de los fotones virtuales.
Avanzando un paso más en su explicación se pregunta: ¿cómo puede darse la continuidad de la interconexión de la Consciencia no local con un cuerpo continuamente cambiante? El problema se plantea porque cada dos semanas todas las moléculas y átomos de las células de nuestro cuerpo son reemplazadas. ¿Cómo podemos explicar la memoria a largo plazo?
Avanzando un paso más en su explicación se pregunta: ¿cómo puede darse la continuidad de la interconexión de la Consciencia no local con un cuerpo continuamente cambiante? El problema se plantea porque cada dos semanas todas las moléculas y átomos de las células de nuestro cuerpo son reemplazadas. ¿Cómo podemos explicar la memoria a largo plazo?
Para Vam Lommel, el
ADN es el único elemento permanente de cada célula del cuerpo y debe desempeñar
un rol esencial como interfaz para la continuidad de todas las funciones del
cuerpo, así como para la interacción entre la Consciencia no local y el cuerpo;
especialmente lo que se ha denominado como el ADN basura. También en la
epigenética el principio básico es que la función del ADN viene determinada por
información externa al propio ADN.
Citando a diversos
físicos cuánticos el autor considera que el desarrollo del ADN en los
organismos es un proceso cuántico no local, no estadístico y, como tal,
incognoscible; al contrario que los procesos mecánicos, estadísticos,
predecibles. El ADN funcionaría como una “antena cuántica” para recibir la
información almacenada en forma de funciones de onda en el espacio no local.
Y pone el ejemplo de
los enjambres de abejas, hormigas, termitas, que funcionan coordinados por la
reina, aunque ésta se encuentre aislada de su colonia; pero si la reina muere
lejos de su colonia sobreviene el caos y todos los trabajos se detienen. La
reina coordina a distancia, de un modo no local, probablemente mediante su ADN.
De acuerdo con esta teoría, el ADN no contiene material hereditario pero es
capaz de recibir información hereditaria desde la Consciencia no local.
Existe una
Consciencia humana universal o colectiva que liga a cada ser humano con cuanto
existe, ha existido o existirá y esto se produce por el ADN universal humano
con código de acceso compartido (comparable al código de acceso internacional)
diferente al de los animales o las plantas. La Consciencia humana compartida es
similar al inconsciente colectivo de Jung.
Resumiendo. La
Consciencia individual (el sí-mismo) es parte de la Consciencia humana
colectiva o universal que trasciende lo individual y conecta a cada individuo,
más allá del espacio y del tiempo, con todo cuanto existe, ha existido y
existirá (inconsciente colectivo). Esa Consciencia universal recibe diversos
nombres como Consciencia no local, Consciencia transpersonal, Consciencia
infinita, eterna, unitaria.
“Este vacío absoluto
(pleno cuántico), este espacio no local, podría constituir la base de la
consciencia”. “Este espacio no local es mucho más que una descripción
matemática: es un espacio metafísico en el que la conciencia puede ejercer su
influjo”. “Hay quien no aprueba este punto de vista, pero sin duda merece la
pena explorarlo con más detalle”.
La investigación de
la ECM no nos proporciona pruebas científicas de que, después de la muerte,
pasemos a formar parte de la Consciencia infinita no local, pero sí ha
demostrado que se puede experimentar la Consciencia independientemente del
cuerpo, sin función cerebral. “Tenemos un cuerpo, pero somos Consciencia”.
Reflexión
filosófico-teológica
Esta obra de Vam
Lommel puede estimular una reflexión filosófica y teológica ya que, como decía
Max Born, “La física teórica es en realidad filosofía”. La física cuántica
tiene un precedente filosófico en el noumenon de Kant. La Consciencia
infinita de Vam Lommel hace pensar en las ideas platónicas, expresadas en el
mito de la caverna.
¿En qué consiste la
realidad? Van Lommel nos dice que la realidad está en la ondas de la
Consciencia no local o, quizá, más allá en la protoConsciencia, el vacío
absoluto o plenitud, agujero negro de la energía, del que proceden las ondas de
la Consciencia no local que capta nuestro cerebro. Esta explicación viene a
coincidir con la intuición que había sido desarrollada de algún modo, desde
hace milenios, por la filosofía oriental, los chamanes y la mística cristiana.
¿En qué consiste
nuestra orgullosa individualidad? Si nuestra Consciencia se basa en la
Consciencia no local, sin ella, ¿se perdería nuestra memoria? ¿Se perdería la
coordinación y la directriz en el desarrollo de nuestras células que se
renuevan continuamente? El yo, ¿puede aislarse del nosotros o del universo?
¿Quién soy yo? Ya Angelus Silesius en el siglo XVII había reconocido que “no sé
quién soy. No soy lo que sé”.
La ciencia, tras
largo y laborioso trabajo de análisis, está llegando a lo que había percibido
la intuición filosófica –la intuición artística o la religiosa- y que había
expresado mediante los mitos.
También la teología
cristiana quedó encapsulada desde el principio en la racionalidad griega y se
ha replegado después a la defensiva, temerosa del racionalismo científico de la
Ilustración. Ambos nos han aportado mucho, pero vamos “Hacia un tiempo de
síntesis” (Javier Melloni) de la cultura oriental y occidental. Quizás ahora la
teología encuentre en la física cuántica una comprensión realista de “el cuerpo
místico” y vuelva al mensaje del evangelio que, antes que “logos”, es “vida”.
Quizás las curaciones
que realizaba Jesús fueran el efecto de su potente interfaz emocional que le
conectaba con la Consciencia infinita. Quizás la fe profunda –así como el “go
for it” de la “Programación Neurolingüística”– pueda mover montañas. Quizás la
resurrección de Jesús –y la nuestra– sea la permanencia en la Consciencia no
local. Quizás el intenso amor de María Magdalena potenció su interfaz para
sentir la presencia del resucitado. Quizás el vacío absoluto –campo unificado,
campo punto cero, éter, Consciencia cósmica– coincida con la plenitud de la
energía, con la matriz divina, con la “dynamis tou Theou” (la energía de Dios),
con el Espíritu Santo, con el inabarcable Dios.
Artículo elaborado por Gonzalo Haya, médico y psiquiatra,
colaborador de Tendencias21, comentando el libro de Pim Vam Lommel “Consciencia
más allá de la vida”.